Cuando comencé a trabajar con Unix, a mediados de los años 80, la primera impresión fue de desencanto y fascinación al tiempo. Fascinación porque había leído las posibilidades multiusuario y multitarea de este sistema y desencanto porque la primera vez que inicié el sistema me encontré con una consola de texto, como la del DOS de aquellos tiempos. En la consola se introducía una orden, se obtenía un resultado y se volvía al símbolo del sistema, reiniciando el ciclo, como en DOS, pensaba yo al principio, hasta que descubrí en pocos días la gestión de tareas en segundo plano, las consolas virtuales que habrían las puertas a una multitarea más palpable y la posibilidad de conectar múltiples pantallas y teclados (terminales) a través de simples conexiones serie.
Las consolas virtuales eran el medio que permitía interactuar con varias aplicaciones simultáneamente a través de una interfaz de texto, usando una sola pantalla y teclado. Al iniciar el sistema normalmente te encontrabas en la primera de esas consolas, pudiendo a cambiar a cualquier otra con la combinación de teclas Alt-Control-Fn. De esta manera se podía iniciar sesión como varios usuarios diferentes y trabajar de manera simultánea con un cierto programa, algo que resultaba muy útil para probar localmente aplicaciones que se desarrollaban para funcionar en entornos multiusuario. El número de consolas virtuales disponibles era un parámetro ajustable.
Inicio de sesión en la consola virtual de Karmic Koala ejecutándose en VirtualBox
Llevo usando Linux desde el año 93 cuando instalé la primera distribución de Linux a la que tuve acceso, una Slackware que venía en una pila de discos, y desde entonces he probado infinidad de ellas. A pesar de que con el tiempo tanto Unix como Linux han incorporado escritorios gráficos, una característica que sigue presente ahí son las consolas virtuales, un recurso que suelo utilizar cuando quiero trabajar exclusivamente con la consola prescindiendo de todo lo demás. Además es un recurso útil cuando se necesitan solventar problemas, especialmente si el entorno gráfico se bloquea y no hay manera de reiniciarlo.
En la Guía práctica de Ubuntu que publiqué a principios de este año (escrito en junio de 2010), concretamente en el último capítulo, explico cómo recurrir a la consola virtual precisamente en situaciones como la mencionada, cuando el entorno gráfico no responde. En las páginas 306 y 307 se hace referencia al atajo de teclado que permite acceder a la primera consola virtual, pero por un error tipográfico en la página 306 se indica que es Control-Alt-1 cuando debería aparecer Control-Alt-F1. Sin embargo en la página 307 sí aparece correctamente, por lo que confío en que los lectores prueben ambas y se den cuenta del pequeño fallo.