Ayer (5 de agosto de 2010) apilé en una mesa, tras subirlos del sótano y dedicar unas horas a su limpieza, los dispositivos y soportes de almacenamiento que pueden verse en la imagen inferior (clic sobre las imágenes para verlas a tamaño completo) y que abarcan varias décadas de evolución en este campo, desde las fichas perforadas y discos de tambor hasta las actuales tarjetas microSD, pasando por distintos formatos de cintas magnéticas y discos flexibles.
En la secuencia de tres imágenes siguientes se pueden apreciar mejor los diferentes dispositivos, repartidos de izquierda a derecha en la misma mesa. A excepción de las fichas perforadas y el disco de tambor, situados en el extremo izquierdo de la primera fotografía, el resto de dispositivos y soportes son de ordenadores personales, sobre todo microordenadores de los años 70-80.
En las dos últimas fotografías, en la parte delantera, se ha colocado una llave USB y una tarjeta microSD, lo cual permite apreciar el tamaño relativo de cada elemento.
Las fichas perforadas son el elemento de almacenamiento externo (tanto de programas como de datos) más antiguo en informática. Aunque se comenzaron a usar en 1750, no fue hasta 1928 cuando se establecieron unas dimensiones estándar y se crearon máquinas para automatizar su escritura y lectura. La fotografía inferior muestra una pila de fichas perforadas tipo IBM de 80 columnas que almacena el código de una aplicación de gestión. La primera ficha, como puede leerse en la parte superior, almacena la instrucción COBOL para abrir en modo de lectura un archivo maestro-artículos.
Los discos de tambor, a pesar de su tamaño y aspecto, eran soportes extraíbles. La unidad lectora en la que se introducían estos discos tenía aproximadamente el tamaño de una lavadora. El disco que aparece en las imágenes inferiores, primero con su tapa y después habiéndola quitado, corresponde a un PDP-11 que usé durante años en la empresa en la que trabajaba a principios de los 90. Este ordenador contaba con una doble unidad y cada disco tenía 10 MB de capacidad, usándose uno para alojar el sistema operativo (RSX-11) y utilidades y el segundo para las aplicaciones y datos. El disco tiene unos 38 cm. de diámetro y pesa unos kilos.
Tanto las tarjetas perforadas como los discos de tambor se usaron durante muchos años pero en ordenadores que únicamente grandes empresas podían permitirse, no en ordenadores personales (al menos que yo tenga constancia) y mucho menos en ordenadores domésticos.
El resto de los dispositivos y soportes que aparecen en las fotografías sí han sido utilizados (o aún se utilizan) en ordenadores personales. Las primeras unidades de disco para este tipo de máquinas aparecieron en 1971 y tenían un tamaño de 8 pulgadas (unos 20 cm). Su capacidad dependía del número de caras, pistas y sectores, los primeros almacenaban hasta 80 KB pero se llegó a multiplicar ese espacio hasta por 4.
En las imágenes inferiores puede verse la unidad de disco de 8 pulgadas de un Rank Xerox 820, ordenador en el que desarrollé múltiples aplicaciones en COBOL a mediados de los 80. La unidad es un cubo de 42 cm x 37 cm x 25 cm con un peso de entre 15 y 20 Kg. Los discos, de simple cara, tenían una capacidad de 160 KB.
En 1971 aparecieron los discos de 5.25 pulgadas, más pequños y con mayor capacidad. Lo más importante era que el tamaño de las unidades de disco (y su peso) se redujo considerablemente, abriendo las puertas a su uso no solamente en ordenadores personales para empresas (como el Xerox 820 anterior) sino incluso en ordenadores domésticos.
Los primeros discos de 5.25 pulgadas tenían 110 KB de capacidad, pero los más populares fueron los de doble cara con 40 sectores que alojaban 360 KB. Existieron, no obstante, discos de alta densidad (y sus correspondientes unidades) capaces de almacenar hasta 1.2 MB en un disco. En la imagen siguiente puede verse una unidad doble CBM 3040 de Commodore y sobre ella unidades de disco externas Commodore 1541-II y SVI-707 (Spectravideo, para equipos MSX).
Los discos y unidades de 5.25 pulgadas desaparecieron de forma rápida tras la presentación, por parte de Sony, de los dos de 3.5 pulgadas. Éstos no solamente eran más pequeños y cómodos de manejar, sino que resultaban más seguros al estar envueltos por una carcasa rígida, en lugar de un plástico flexible, y contar con una tapa deslizantes que protegía el área de escritura/lectura, área que estaba al aire en los de 5.25. Las capacidades más habituales para estos discos fueron 360 KB, 720 KB y 1.44 MB. Las unidades lecturas eran lo suficientemente pequeñas como para poder integrarse incluso en el interior de los microordenadores, siendo las máquinas MSX (Sony jugaba un papel importante en el estándar) de las primeras en contar con unidades internas.
Las imágenes inferiores muestran dos unidades de 3.5 pulgadas, una externa de Sony usada en un MSX HB-75P y una interna de un PC. En la segunda fotografía se han apilado todas las unidades de disco previas para permitir apreciar comparativamente sus dimensiones.
Antes de que las unidades de 5.25 y 3.5 pulgadas se popularizasen, e hiciesen lo suficientemente baratas como para poder usarlas en ordenadores personales, el soporte de almacenamiento más popular fue la cinta magnética (incluso el IBM PC original tenía conexiones para casete y cargar desde cinta).
A finales de los 70 y principios de los 80 lo habitual era contar con un casete o unidad de cinta externa, podía utilizarse cualquiera con una conexión tipo jack, incluso el mismo casete que se usaban para escuchar música. Con el tiempo, sin embargo, fueron aparecieron unidades específicas, más fiables y que, como las que aparecen en la imagen inferior, permitían mayores velocidades de transferencia u ofrecían funciones como la lectura de ambas caras sin tener que darle la vuelta a la cinta.
Si bien en la mayoria de los microordenadores la cinta usada era la de toda la vida, la usada en la industria musical, también aparecieron formatos más específicos, como las micro-casetes que usaba la unidad de cinta del DAI (imagen inferior) o los famosos micro-drives de Sinclair, usados en los Spectrum (con la unidad de microdrive externa) y en los QL, que contaban con lector interno.
El almacenamiento en cinta magnética no desapareció totalmente tras la popularización de las unidades de disco, sino que tendió a especializarse y, en el caso de los PC, aparecieron unidades de cinta de alta capacidad y velocidad que facilitaban la realización de copias de seguridad.
La imagen inferior muestra una cinta clásica de casete, un microdrive a su derecha y sobre ellos una cinta de 120 MB que usaba en mi 486 a princiipio de los 90 para hacer las copias de seguridad (el ordenador tenía un disco de 40 MB).
El siguiente paso en la evolución del almacenamiento de datos en ordenadores personales lo representó la aparición del CD-ROM en 1985 (desarrollado conjuntamente por Sony y Philips), seguido de las primeras unidades que permitían grabar este tipo de discos.
Aunque ciertos fabricantes de unidades de disco habían ido mejorando sus productos paulatinamente, consiguiendo almacenar decenas de megabytes en un disco (un ejemplo fueron las unidades Iomega ZIP de 120 MB), los CD llegaron con una capacidad de 650 MB que, posteriormente, fue creciendo y multiplicándose, con los DVD de simple y doble cara, hasta llegar a los 8.9 GB.
Actualmente la unidad de almacenamiento externo más popular en los ordenadores personales es el grabador de CD/DVD. A principios de los 90 una unidad de CD, como la de la imagen inferior, costaba 100.000 pesetas (unos 600 euros), y su velocidad era 1X, es decir, en grabar una hora de audio se tardaba exactamente una hora. Los discos no se introducían directamente en la unidad, no había bandeja, sino que se alojaban en una caja que después se insertaba en el lector.
Para terminar, una fotografía en la que se aprecia la diferencia de tamaño entre los distintos soportes que se han mencionado. En la parte superior un disco de 8 pulgadas, a su izquierda un CD y a su derecha discos de 5.25 y 3.5 pulgadas. En la parte central cinta de casete y a su derecha cinta de 120 MB. Debajo microdrive, memoria USB de 8 GB y tarjeta microSDd de 2 GB.
Una memoria USB actual puede almacenar 32 ó 64 GB, sería necesario casi medio millón de discos de 8 pulgadas para almacenar esa misma cantidad de información y un número aún superior de cintas de casete corrientes. Como suele decirse, ¡la técnica avanza que es una barbaridad!